martes, 17 de agosto de 2010

Lunes, otra vez...

Los lunes son días difíciles. Difíciles en todas la etapas de nuestra vida. Desde niños los lunes son el sinónimo de mala onda, de volver al colegio, de levantarse temprano, de recordar tareas no hechas con anterioridad. Ni hablar si nos toca un examen en la primera hora. En el colegio y la universidad se repite lo mismo, con la diferencia que en la universidad ya pasamos sin dormir el fin de semana por estudiar por ese examen.
En la etapa laboral si bien ya no tenemos (en la mayoría de las ocasiones) esa presión, el lunes es el día que pasan las cosas sin planificación. El lunes cae una inspección, el lunes nos piden una presentación, el lunes… el lunes hay que arrancar, y eso cuesta, a veces, mucho. El lunes de seguro se traba la fotocopiadora y el lunes el técnico, obviamente, estará de franco o con demasiadas pocas pilas para venir con la celeridad que necesitamos. Es el día donde nos damos cuenta que ya es hora de visitar al nuestro amigo el peluquero pero, casualmente, este es el día que Don Nino® cierra la peluquería.
El lunes es el día de soportar a nuestro compañero de trabajo con sus anécdotas poco creíbles acerca de las hazañas que realizó el fin de semana. Es el día que empezamos la semana laboral desde muy abajo y el camino se vislumbra por demás empinado y difícil.
El lunes es un día de por si pesimista, es un día “gris”. Y no voy a mencionar las cosas que ocurren si justo el lunes arranca con lluvia y frio… Uf! No nos adentremos en esas aguas que recién comí y no me dejan.
Lo mejor del lunes sin dudas… es que después, el resto de la semana, es un tobogán hacia un nuevo fin de semana. 

1 comentario:

  1. No eh? no le robe la idea a Sui Generis...
    y que la haya escrito un martes no hace mas que refrendar mi condición de incongruencia constante. :)
    Sean Felices!

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